Hace pocos días, un conocido predicador evangélico estadounidense, Pat Robertson, incitó al magnicidio del Presidente de Venezuela, en un comentario televisado que, cuando menos, lindó con lo delictivo. La natural reacción de repudio que con ello provocó en su país y en la opinión mundial fue de tal magnitud, que prontamente hubo de retractarse y pedir disculpas.

editorial publicado hoy por el diario EL MERCURIO

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