Editorial del diario La Nación de Argentina
Chile, un ejemplo por seguir
Después de la poco exitosa cumbre de Mar del Plata -en la que nuestro país no se lució precisamente como un buen anfitrión-, la visita de George W. Bush a Brasilia fue, en cambio, muy bien aprovechada por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
Al asumir plenamente el papel de líder de la región que sabe adoptar con esmero, convino con el presidente norteamericano una estrategia común para enfrentar la batalla que se avecina respecto del desarme multilateral del proteccionismo agrícola, crucial para el futuro tanto de la Argentina como de Brasil, dentro de la próxima reunión en Hong Kong, que puede sellar el éxito o el fracaso de la rueda Doha. Porque si no se pone fin a ese cerrado proteccionismo, materializar el ALCA se hace complicado. Pero no imposible.
Así lo acaba de demostrar, con seriedad y en silencio, nuestro vecino Chile, cuyos experimentados equipos técnicos acaban de culminar las negociaciones de un tratado de libre comercio con China. Este tratado, luego de las ratificaciones parlamentarias del caso, entrará en operación en junio del año próximo.
Esto significa que el 92 por ciento de los productos que Chile exporta a China podrán ingresar en el gigantesco mercado chino -con mil trescientos millones de consumidores-, que ya es el segundo en importancia para el país trasandino, totalmente libres de aranceles. Estas exportaciones incluyen lo sustancial del agro chileno, particularmente los productos frutícolas.
El resto del intercambio será desgravado -automática y progresivamente- en un plazo de cinco o diez años, de acuerdo con los productos.
De esta manera, Chile -que ya mantiene un provechoso acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos- agrega éste con China, curiosamente el primero suscripto por este país con uno occidental.
La apuesta chilena a favor del libre comercio es clarísima y el nuevo acuerdo comercial lo consolidará aún más.
El notable éxito exportador de Chile crea trabajo, afirma presencias y abre toda suerte de oportunidades de negocios. Chile, que corre riesgos y acepta desafíos, está mostrando el camino a sus pares de la región, incluso sacándoles ventaja, como lo acaba de señalar en un editorial el prestigioso diario trasandino El Mercurio, cuando dice que su país está "aprovechando las indefiniciones de otras naciones latinoamericanas del Atlántico, que aún no se deciden con convicción a seguir este camino".
Entre ellas está lamentablemente la Argentina, que ha desperdiciado más de una vez -cuando no cedido- espacios que inevitablemente otros llenan con suma presteza. Nuestro vecino viene realizando una labor digna de ser imitada, sobre todo si se tiene en cuenta que es un gobierno socialista como el de Lagos el que ha demostrado no tener problemas en buscar la manera más equilibrada y sensata de integrarse en el mundo con los países más desarrollados.
Chile, un ejemplo por seguir
Después de la poco exitosa cumbre de Mar del Plata -en la que nuestro país no se lució precisamente como un buen anfitrión-, la visita de George W. Bush a Brasilia fue, en cambio, muy bien aprovechada por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
Al asumir plenamente el papel de líder de la región que sabe adoptar con esmero, convino con el presidente norteamericano una estrategia común para enfrentar la batalla que se avecina respecto del desarme multilateral del proteccionismo agrícola, crucial para el futuro tanto de la Argentina como de Brasil, dentro de la próxima reunión en Hong Kong, que puede sellar el éxito o el fracaso de la rueda Doha. Porque si no se pone fin a ese cerrado proteccionismo, materializar el ALCA se hace complicado. Pero no imposible.
Así lo acaba de demostrar, con seriedad y en silencio, nuestro vecino Chile, cuyos experimentados equipos técnicos acaban de culminar las negociaciones de un tratado de libre comercio con China. Este tratado, luego de las ratificaciones parlamentarias del caso, entrará en operación en junio del año próximo.
Esto significa que el 92 por ciento de los productos que Chile exporta a China podrán ingresar en el gigantesco mercado chino -con mil trescientos millones de consumidores-, que ya es el segundo en importancia para el país trasandino, totalmente libres de aranceles. Estas exportaciones incluyen lo sustancial del agro chileno, particularmente los productos frutícolas.
El resto del intercambio será desgravado -automática y progresivamente- en un plazo de cinco o diez años, de acuerdo con los productos.
De esta manera, Chile -que ya mantiene un provechoso acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos- agrega éste con China, curiosamente el primero suscripto por este país con uno occidental.
La apuesta chilena a favor del libre comercio es clarísima y el nuevo acuerdo comercial lo consolidará aún más.
El notable éxito exportador de Chile crea trabajo, afirma presencias y abre toda suerte de oportunidades de negocios. Chile, que corre riesgos y acepta desafíos, está mostrando el camino a sus pares de la región, incluso sacándoles ventaja, como lo acaba de señalar en un editorial el prestigioso diario trasandino El Mercurio, cuando dice que su país está "aprovechando las indefiniciones de otras naciones latinoamericanas del Atlántico, que aún no se deciden con convicción a seguir este camino".
Entre ellas está lamentablemente la Argentina, que ha desperdiciado más de una vez -cuando no cedido- espacios que inevitablemente otros llenan con suma presteza. Nuestro vecino viene realizando una labor digna de ser imitada, sobre todo si se tiene en cuenta que es un gobierno socialista como el de Lagos el que ha demostrado no tener problemas en buscar la manera más equilibrada y sensata de integrarse en el mundo con los países más desarrollados.
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